30 abr 2013

Miénteme y dime que me quieres, Mariano



Este país es la leche, de verdad. Nos pasamos una vida llamando mentirosos a los políticos y para uno que dice la verdad le mordemos en la yugular. Mariano Rajoy ha dicho lo que todos sabemos: que España da penita verla hoy y dentera imaginarla mañana. ¡Y ala, a por Mariano!

Los gurús de las tertulias se han puesto a pensar en voz alta: que si esto lo ha dicho para dar lástima en Bruselas, que si se trata de una estrategia para que cualquier otro resultado nos parezca bueno, que si no se enteran, que si son malos de cojones, que si es el reconocimiento de su incapacidad, que si mejor una vez colorado que ciento morado. Pero no he oído a nadie decir un “oye, es que la cosa está así de jodida, es que este tío dice la verdad” Porque igual es que la cosa está así de mala; a mí me lo parece, pero vaya usted a saber. 

El caso es que ¡anda, miénteme y dime que me quieres, morena! Nos pone que nos mientan, eso pasa. Babeamos con Zapatero cuando decía aquello de ¿crisis, qué crisis?; sonreíamos cuando Rajoy prometía no subir los impuestos,” ¡anda que no lo harás, ladrón mío!”, rumiábamos. Y es que nos gusta, nos entusiasma pillarlos en una mentira  y echárselo a la cara de la misma manera que se arroja un guante para retar en duelo a un caballero sorprendido con dama ajena. Nos vemos en el campo del honor y tal. Y como damos por supuesto que los políticos no tienen honor, pues a ganar.

A ver, aclaremos: a mí no me molesta que Rajoy diga que la cosa esta a punto de dar un petardazo, que lo está. No no, qué va. Lo que me ha sumido en la más profunda de las melancolías es lo que no ha sucedido: Mariano en la rueda de prensa  con una camiseta de tirantes pegada al cuerpo, el rostro tiznado con carbón, una cinta rodeando una melena desaliñada y una metralleta de quinientos kilos sujeta con una sola mano y gritando con voz roncaEs nuestro trabajo, estamos hechos para esto...Vivir por nada o morir por algo. Decidid. En fin, un Rambo, eso es lo que nos hace falta.



Y si no un Rambo, alguien que los tenga tan bien puestos como la  Thatcher, que en paz descanse.  Alguien que no se arrugue a la hora de ‘desestrcuturar’ el Estado político como si se tratase de una tortilla de patatas en manos  de Ferrán Adriá. Si queremos salvar algo del Estado De bienestar hay que darle puerta al Estado burocrático. Sin miedo. Para empezar y que nos lo creamos, matarile a las mancomunidades y diputaciones, unificación de municipios enanos que en España hay muchos, cerrojazo a las empresas públicas inviables, ERE para los veinte mil intocables, apagón dinerario para sindicatos y asimilados, bye bye al Senado y meterle mano a los diecisiete estaditos. Sin piedad. Ya saben alcaldes de pueblo y concejalesdetodalavida, suscriban un plan de pensiones y olviden la diputación como cementerio de elefantes. En el fondo, ese es el problema.

Sinceramente, creo que a este país hay que ponerlo en barbecho un par de años y esperar que brote algo inteligente. Dirigentes políticos, por ejemplo.

MONOVAR.- La policía anda a la greña con el gobierno municipal por un recorte de 300 euros (50.000 pelas) en sus nóminas. No nos engañemos, son las consecuencias de la barra libre y de la multiplicación por cinco de un pabellón deportivo. Eso sí, “hecho está el pabellón y hecho se queda pal´pueblo”, dice algún indocumentado que no se da cuenta de que en parte el pabellón y otras fotos inaugurales  las está pagando la policía. Por fortuna,  las placas de inauguración de esto y de aquello llevan el nombre de los que perpetraron la fechoría. Para la posteridad.

Plinio.
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