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La oportunidad de Cuba

Los disidentes cubanos le dan otra oportunidad a Zapatero. Cinco opositores inician una huelga de hambre relevando al fallecido Orlando Zapata.

El Presidente de Europa haría bien en sacudirse sus prejuicios ideológicos y condenar sin contemplaciones la dictadura comunista de Castro. Zapatero debe de superar sus aprensiones y hablar, si no en nombre de España, en nombre de Europa. De la Europa democrática, liberal, tolerante y progresista. Debe de hacer un esfuerzo, los cargos tienen sus servidumbres. Y si no sabe hacerlo, si no sabe denunciar la dictadura cubana, que dimita de la presidencia europea. No se le exige convicción, basta con que cumpla su papel institucional.

La dictadura castrista se ha tolerado como en su día se consintió la dictadura franquista. Se espera a que, como en España, termine por muerte natural. En España el Rey sucedió al dictador y el sucesor abrió las ventanas para dejar paso a la libertad; en Cuba la sucesión de Castro es otro Castro. Ponerse del lado de los disidentes no es por razones estéticas, es por los cubanos, por el pueblo reprimido y perseguido.

España, antigua metrópoli cubana, debería liderar la oposición internacional a la dictadura. Si no es por recato histórico, que sea por la responsabilidad de presidir la Unión Europea.

Alguien pude decir que lo podría haber hecho Aznar -siempre Aznar- o Felipe González, e incluso el mismo Zapatero años atrás. Cierto. Ahora es otra oportunidad.

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Un trocito de la tarde del 23F

Los que tenemos edad recordamos qué hacíamos, dónde y con quién estábamos a las seis y media de la tarde de aquel lunes de enero. Es nuestro ´minuto Kennedy´, el momento en que asesinaron al Presidente y que los americanos con edad recuerdan con la claridad de una foto digital.

Estaba con un compañero de estudios dentro del coche, con la radio -la SER era lo más, casi lo único- muy bajita y repasando unos apuntes antes de entrar a un examen. Mientras hacíamos quinielas sobre qué tema podía caernos escuchábamos de fondo el monótono ´si´, ´no´, de los diputados, como si de los niños de San Ildefonso se tratara. Cerca de las seis y media se rompió la monotonía, hubo un rumor como si hubiera salido el gordo. Subimos el volumen de la radio y lo oímos: "todo el mundo al suelo". Y los disparos.

-¡Coño, esto es un golpe de Estado!
-O la ETA.

La voz trémula del periodista de la SER nos despejó  la duda: son Guardias Civiles. Es un golpe de Estado. Cerramos los libros, nos miramos.

-¿Qué hacemos?
-No sé, ¿suspenderán el examen?.
-Nosotros no nos presentamos, eso seguro. ¡Vamos a la cantina!.

Cuando estalla una convulsión política los españoles nos concentramos en la plaza que más se parezca a la Puerta del Sol o nos reunimos en el bar más famoso de las cercanías. Hace 29  años el campus era más pequeño, más familiar y podíamos aparcar en la misma puerta de la cafetería. Eso hicimos, y abrimos las puertas, el portón trasero y le dimos caña al volumen de la radio. Como un botellón de los de ahora. Compañeros y desconocidos se arremolinaron alrededor del coche-radio. Pasó cerca de una hora, las noticias eran confusas. Lo mejor era esperar novedades en el refugio de la casa.

Recuerdo el final del comentario de Fernando Ónega en la mañana del 24 de febrero:

-...buenos días, libertad.

Toda aquella vivencia se ha guardado en nuestro disco duro, y tampoco es cosa de estar dándole al on cada minuto. Esta semana tengo una comida con mi compañero de aquella tarde. Es posible que no comentemos la tarde y la noche del 23 de febrero de 1981. Por fortuna nos preocupan otras cosas.

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Y con la bandera te cito, Rajoy (II)

A servidor le escama mucho esto. Que un señor que sentenciaba que "el concepto de nación es discutible", desempolve la bandera y cite con ella, "hey, hey, arrimate que es por ¡España!", a la oposición...eso mosquea.

Y no es que no le crea, es que me he hecho mayor. Cuando la transición, servidor era un pollo al que le enardecía la sangre cuando nuestros lideres, todos era nuestros lideres, hablaban de España, del Pueblo, de la Libertad, de la Democracia -siempre con mayúsculas- hasta llegar a la paranoia. Con el tiempo nos sosegamos, nos atemperamos, racionalizamos...y les conocimos. Lástima.

Zapatero, siguiendo el manual del buen demagogo, ha engolado la voz y lo ha dicho: "pido su ayuda, señor del PP, no para mi, sino para ¡España!". Y tan fresco. Y el otro, el señor del PP, se ha puesto la visera y los manguitos de contable de los de antes y se ha puesto a echar cuentas a ver qué pasaría con los votos si escucha los cantos de sirena. Y no sabe qué hacer.

Si me preguntasen a mi, a un servidor de ellos, cosa que no van a hacer porque no es cosa de perder el tiempo, les diría, humildemente, que le echaran un par. El uno para disolver el parlamento y convocar elecciones. El otro para presentar una moción de censura, aunque la pierda. Felipe González lo hizo y se le reconoció en las siguientes elecciones. A los nanopartidos, que son los que pueden decidir, nada, no les digo nada porque estos no hacen ni puto caso, y menos si no eres de su feudo.

Lo dicho, bandera al viento, flamear de pañuelos...y la casa sin barrer.

NOTA.- Y permitan que explique el (II): primero publiqué el post que antecede a este. Intenté colgarlo en el blog del diario Qué!. Imposible, no podía editarlo a mi gusto, de manera que lo eliminé del Qué!. Luego escribo este, con el mismo tema y me lo cuelga más o menos como quería. 


Como no soy hombre de borrar, dejo los dos aquí.

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Y con la bandera te cito, Rajoy

El manual del buen político lo deja bien claro: la culpa es los de ´fuera´ y de los de ´antes´. Y la bandera para las ocasiones.

Zapatero, un lince siguiendo el manual, ha responsabilizado de la crisis a los mercados (¿?) y a los gobiernos anteriores. Pero, sobretodo, ha sacado la bandera para citar al PP: ¡hey, ayúdenos, por España!. Vaya marrón. España, una nación de "concepto discutible" (sic. Zapatero), pasa a convertirse en el signo de un SOS. Los llamados a socorrer a la Patria están echando números electorales..."a ver si por ayudar al país perdemos las elecciones". Y en eso están.

No seré yo quien aconseje a tirios o a troyanos. Por no perder el tiempo más que nada. Pero sí he rebobinado la memoria y he recordado situaciones en las que los españoles hemos pactado. Con lideres, claro. Suárez consiguió un gran acuerno nacional para las cosas diarias: los de la Moncloa; y otro para uno histórico: la Constitución. Felipe González supo vender sus apoyos. Como supo soltar lastre ideológico para gobernar en torno a un proyecto nacional. El nuevo líder socialista, Zapatero, ha recuperado la sobrecarga ideológica y eso corta muchos caminos, aunque ahora ha mostrado cierta flaqueza y ha mencionado al país. Desde este punto y momento es un problema de credibilidad.

De lo que sí estoy seguro es de que con otros actores la obra tendría más posibilidades. 

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El dedo de un ´ex´

El dedo de Aznar tiene profundad. Quiero decir mala leche.

Aznar, así lo recuerdo, es un hombre serio, frío, calculador, con temple... no me parece que es de los que se dejan llevar por los impulsos. No es Fraga. Y eso es lo que le da hondura al gesto.

Tengo para mi que Aznar, elevado al Olimpo de los ´ex´, le da lo mismo que lo mismo le da. Ha sido Presidente y ahora es ´ex´, y eso es vitalicio. La mayor ambición de nuestros políticos de a pie es ser ´ex´. Como aquel político que en los convulsos tiempos de la República fue llamado a cubrir un ministerio. Un colega le advirtió de lo poco que duraban los ministros, a lo que respondió que mejor, que antes llegaría a exministro, y eso, remató, ya no me lo quita nadie. Ser un ´ex´ da libertad; has colmado las ambiciones y estás dispensado de responsabilidades. Un lujo.

Aznar, cuarto expresidente de la democracia, debe de pensar que aquí me las den todas. Pero no sé yo si eso debe de ser así. Los expresidentes han de ser discretos en las cuestiones de política diaria, han de representar el papel de expresidente, que debería ser un papel institucional. No creo que lo suyo sea estar en el albero, en el centro de la plaza. Pongan para ellos un palco y recurran a su experiencia y a la autoridad que desprende un expresidente. Úsenlos para asuntos de Estado, para cuestiones nacionales. Creen el cargo de ´ex´.

Porque digo que algo que hay que hacer con esta gente para que no enreden.

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No es subvención, es pago

Lo ha dicho Esperanza Aguirre: 89 millones de euros, casi 15.000.000.000 -quince mil millones- de pesetas para el cine. No hay crisis. Mejor, no hay críticas de los beneficiados.

He visto alguna de las películas que he producido, que hemos producido entre todos, ´Celda 211´ y ´Ágora´ me han gustado. Avatar también, pero ésta me ha salido gratis, bueno, el importe de la entrada. Lo que quiero decir es que el Gobierno me ha convertido en productor sin pedirlo y sin tener pasta para serlo; por decreto. Y eso me gusta regular.

Pero seamos serios: el dinero que suelta el Gobierno no es una subvención; es un pago. Un pago por el silencio en la gala, en la fiesta donde solo podemos asomarnos por la ventana porque no es nuestra, no estamos invitados. Es el pago por subir el dedo indice a la altura de la ceja, por hacerse fotos con el Presidente, por olvidarse de que hay crisis, guerras, injusticias, paro...Cobran caro, pero vale la pena.

La justificación a este chorreo de dinero es que estamos halando de cultura. Cierto. Pero también es cierto que la gastronomía es cultura y a mi amigo, el que tiene un restaurante, no le sueltan un duro, más bien al contrario.

Todo esto puede sonar demagógico, pero qué quieren, no me fio un pelo de las intenciones que hay detrás de esta operación cultural-financiera-electoral.

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La revolución del Presidente

Son unos revolucionarios. El Presidente y sus ministros le han dado la vuelta al principio según el cual la culpa de todo es de los de fuera y de los de antes. Del extranjero y de los Gobiernos anteriores.

Mantienen y refuerzan la regla del enemigo exterior, pero han perdonado al anterior, al predecesor. Por partes.

La conspiración, el contubernio de los mercados como antes lo fue el judeomasónico, la tiene tomada con España, quieren socavar los cimientos de la Nación...¡anda ya!. Joder, si es que encima salen al extranjero y se les conoce, ya saben cómo son. Y, oye, serán como serán, pero son nuestros y no es cosa de hacer el ridi. Son nuestro problema.

El perdón a los de antes. Lo ha dicho el Presidente y lo utiliza como argumento para ´vender España´: "hemos demostrado -argumenta- la potencia de nuestra economía y los avances en estos últimos treinta años" (incluye a Suárez). Otra, y ésta de severa penitencia : " ya fuimos capaces de cumplir con los criterios de convergencia del Tratado de Maastrict", básicamente obra de Aznar, la bicha de Zapatero.

Esto, el perdón a los de antes, es la gran revolución del Presidente. Vale, estamos a la espera de alguna revolución práctica; algo que tenga que ver con la crisis.

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La brillantez del silencio

Se lo he oído a Llamazares: "El Gobierno se está derechizando". A cuenta de las reforma laboral y de las pensiones. A saber: trabajar más años, reducir costo de despidos, liberalizar el mercado laboral...

Siguiendo este argumento hasta el absurdo, el extremo por la derecha es trabajar 24 horas al días desde el año cero hasta el último suspiro, y sin posibilidad de pensión. Por el contrario, el extremo por la izquierda es no trabajar y cobrar  una pensión desde el año cero hasta el último suspiro.

Absurdo, ¿verdad?. El problema, uno de ellos, de nuestros políticos que no aprovechan las oportunidades que la naturalezas les brinda para callar. O tal vez les entra en el sueldo, o es una estrategia para llamar la atención -si es esto, da resultado-, o son sus limites.

Aunque tampoco es cosa de hacer sangre. La verdad es que si nos grabásemos cada palabra que no callamos a lo largo del día, al llegar la noche y escucharlas no invadía el insomnio. Pero claro, los políticos tampoco es que hagan mucho más, y cobran por ello.

Definitivamente deberían de aprender callar si sus palabras no son más brillantes que sus silencios.

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Ideas regulares

Es una opinión. Tan insustancial como cualquier otra. Pero es mía.

La cosa está como la Roma de Nerón: ardiendo y tocando la lira. Esto parece un experimento para saber cuánto puede aguantar un país, sus paisanos, con todo cabeza abajo. Todos los males económicos han caído en la plaquita del kilómetro cero de la Puerta del Sol y han rebotado por toda la geografía española. Seguramente no será eso. Igual tiene algo que ver el Gobierno de la nación. ¡Digo yo!. Supongamos que sí. ¿Qué hacer?

Ya digo, es una opinión, y probablemente banal. Pero bueno...opino:

Uno.-Zapatero, apelando a su patriotismo o a su salud, debería de dimitir. O mejor, disolver el parlamento y convocar elecciones. Si quiere y le dejan en el PSOE, que se presente otra vez, y si gana estará cargado de fuerza para hacer lo que le de la gana.

Dos.-Ante lo improbable de la opción 1, propongo que se presente una moción de censura. Pero no para tocar pelo, no. No para formar Gobierno e intentar salvarnos de la crisis, no. Para disolver y convocar elecciones, sí. Cualquiera, si mantiene el compromiso, puede presidir el nuevo gobierno de transición. Vamos, hasta un servido sabe poner una fecha para las elecciones.

Tres.-Largarnos. Pero tampoco vamos a caber todos en le extranjero, de manera que absténganse y den preferencia a los que ya nos lo hemos pedido.

Les hablo ahora en serio: la única persona que puede hacer algo es Sonsoles.

Nota sobre la opción 2: Si el gobierno camina ciego y sin bastón, la oposición se limita a esperar a ver pasar el cadáver de su enemigo por la puerta de la casa. Y eso es miserable. Lo suyo, lo de la oposición, es oponerse y ofrecer alternativas, y no tampoco lo hacen. La opción tres toma fuerza.

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Navidad en el Parlamento, aún.

Estas cosas o se documentan o no se creen.

Cuando a uno, o a una,  le sonríe tanto la vida que se puede burlar de ella, no es de extrañar que alarguen el curro hasta los 67 o los 107 tacos. Aquí no hay color, están todos en el mismo saco. Mejor: en el mismo sofá-cama.

Demagogias fuera. Veamos.

Es la Constitución la que fija dos periodos de sesiones: febrero-junio y septiembre-diciembre. Por lo visto han prometido estrujarse la neurona y estudiar si es necesario reformar la Constitución para que los sres/sras diputados/diputadas -...jo, Bibiana, exímeme de esta estúpida tortura de los políticamente correcto- trabajen más o les vale con una reforma del Reglamento de la cámara. No están en ello, aunque lo prometieron. Es una trampa.

Los constitucionalistas, ingenuos, diseñaron el calendario para que los representantes del pueblo se trabajaran sus circunscipones. A saber: conocieran de primera mano los problemas de sus votantes y de los otros; estuvieran a pie de obra y comprobaran las carencias de colegios, de agua, de hospitales o de carreteras. Vamos, que se trabajaran el voto. Pero nada, se hacen los locos. "¿Prejubilarme?, ¡anda ya, paqué!, lo que hay que hacer es poner más años de bicoca".

Y una cosa les digo: esto no se soluciona ampliando el periodo de sesiones. ¡Qué va!...con no ir... Aquí lo que tienen que hacer sus señorías es trabajar a destajo: tanto curras tanto te voto. O lo que es lo mismo: una reforma electoral que premie el trabajo de campo de los candidatos y no su peloteo ante el aparato de los partidos. Hoy, el sumiso, el  siseñor, es el que tiene el puesto garantizado paras salir elegido y no hacer nada. La mediocridad acapara las listas, porque la mediocridad es la que dice "sí señor, ¿tengo la pensión asegurada?, pues con eso me vale".

Como dice el profesor Jimenez de Parga, tenemos unos "partidos de empleados". Mala cosa, añado yo.

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El capricho de tener una Babel

Me confunden los juegos de lenguas.

Canal 9, la regional pública valenciana a mayor gloria del líder local -como cualquier regional pública-, tiene un programa llamado ´Valencianos por el mundo´, ´Valenlencians pel mon´. ¿Les suena?; es lo que tiene el talento, que se propaga como la gripe A.

En uno de estos programas se entrevistó a unos valencianos en Ecuador, creo recordar. Y comenzó el espectáculo:

La periodista pregunta en valenciano al emigrante, el valenciano por el mundo responde en castellano. La periodista repregunta en valenciano, el entrevistado contesta en castellano. Y así.

Grotesca escena que se repite en distintos programas de la regional. Por un lado la vida oficial, la del presupuesto público; por otro, la real, la civil. Porque en la vida real, lo que de verdad sucede entre la gente civilizada es que hablan con el idioma que tienen en común. ¿Apuestan algo que la periodista y los entrevistados hablaron en el mismo idioma cuando dejaron de grabar?.

Esta estupidez es tan ordinaria como común en televisiones y radios locales que se mantienen de los magros presupuestos municipales. Pero el alcalde del pueblo -y no digamos nada el concejal hambriento de popularidad- no va a ser menos que el President.

Pues nada, ¡a jugar a progres con la pasta de otros!.