28 abr 2014

La procesión y el alcalde



Se formó en Monóvar una muy pueblerina polémica a cuenta de la procesión y el alcalde. Hubo procesión y hubo alcalde, ambos en la misma ruta pero cada uno a su aire. La procesión arropando al burrito en su día de palmas y el alcalde emboscado entre los músicos que amenizan la romería. Una fuerza viva de la localidad, el alcalde, confundido entre el artisteo, entre la alegre muchachada que pone el son a la fiesta; el cura, la otra fuerza viva -más de lo que parece a la vista de las calles de Roma este fin de semana-  reclamando un alcalde en primera línea de procesión por razones de cantidad. Músicos, dijo el cura, hay muchos, alcaldes solo uno.  Bueno, bueno. Alcaldes, sin salir de España los hay a miles. Músicos, en cambio, según la exigencia estética. Recuerden que a María Isabel –“Antes muerta que sencilla”- hubo quien la llamó artistaza. Pero no es esa la medida.

Son las religiosas unas discusiones buclerianas: tesis antítesis, tesis antítesis. Sin síntesis. Y vuelta a empezar. Todo tan español, tan Don Guido, tan ese gran pagano que se hizo hermano de una santa cofradía, tan según qué día. Tan de aquí también.

Al final, los políticos calculan la cosa de los votos, qué les da qué les quita. Tengo para mí que en este caso ni quita ni da. El juego está repartido y las posturas tomadas. Además, para los que piensan que esto es importante: ¿alguien me sabría decir, sin consultar en Google, cómo va esto de los alcaldes y las procesiones en Madrid o Barcelona?



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