12 jul 2010

Empequeñecen cuando crecemos


 Los encargados españoles de los asuntos del fútbol mandaron a Sudáfrica a un equipo llamado La Roja, por el color de su uniforme. El equipo resolvió con alguna dificultad el trámite del grupo y eliminó, en octavos, a Portugal. Pasó a ser El España. El equipo ya portaba banderas. Con las victorias del España comenzaron a colgar banderas españolas en los balcones de las ciudades. Llegó Alemania. Semifinales, `O.K. Corral´, alemanes y españoles se cruzan la mirada sin pestañear. El España suelta el lastre del articulo y se convierte en España. Ya no es un asunto de colores y banderas; es un país. Un país que volvió a ganar a la potente Alemania.

La final. Holanda, excolonia del Imperio español con la que guerreamos y le dimos lo nuestro en Flandes. Luego se independizaron para perder el Mundial frente a España. Nos tienen ganas. Pero ya no juega La Roja, ni tan siquiera El España, ahora es España. Una Nación, cosa seria.

Durante unos días los timoneles han estado desaparecidos. Y la pequeña ciudad de provincias que observa triste y resignada la mediocridad de sus timoneles, ha despertado alegre, viva, pujante y con personalidad para formar parte de una Nación que ha ganado una copa del mundo.

La grandeza de estos días empequeñece a los timoneles. A los de aquí y a los de allá. Se puede ser feliz sin timoneles, incluso es más fácil

El Búho de la Sala

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