Carmen Alborch,
senadora socialista por Valencia, en plenitud de facultades físicas y mentales
y sin mover un solo músculo, ha propuesto que el feminismo sea declarado “Patrimonio
democrático de la Humanidad”.
Dos obviedades. Y una idea.
Primera obviedad: el Senado, ese casino de provincias, es un
almacén de desocupados vips que nos
cuesta lo que no tenemos.
Segunda: el progresismo patrio está hueco de ideas y se mueve a golpe de melancólicas
ocurrencias vintage
La idea: Pedir la declaración de “Patrimonio inmaterial de la Humanidad”
para la libertad. Con minúscula y
con nombre y apellido; la libertad de expresión de María, la libertad de
comercio de Juan, la libertad religiosa de Pedro, la libertad de movimiento de
Ana…y así, el menudeo de la libertad, la que se saborea, se toca y se huele;
nada de mayúsculas y pomposidades, que ya se sabe que cuando algo no es de
nadie alguien vendrá y lo administrará sin contar con los deapie.
Otra cosa,
otro patrimonio
Asunto local: Monóvar, último pleno. El
encargado de los euros confesó ignorar
si el Ayuntamiento ha cobrado una deuda de un millón largo de euros. Me faltan datos, dijo. Mientras más de dos mil vecinos del concejal
despreocupado no quitan ojo a la libreta de la Caja para ver si le han abonado
el paro, el edil de los euros no sabe cómo está la caja del Ayuntamiento
¡Sobrado que va el tío!, igual se tropieza con un millón y pico de euros que
no sabe si le han pagado una deuda millonaria que deja de pagar la recogida de
la basura que le cortan el gas…es como si administrara un patrimonio invisible. Poveda, se lo suplico, ejerza de
alcalde y considere mover el banquillo.
Si lo tiene.
Plinio
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