14 ene 2012

Moción y marcha atrás



Esto huele a moción de censura  y a retirada.  

No es Orgilés político de gobernar sin la chequera a mano. No sabe. Sin gasto, sin dispendio, sin campos de futbol multiplicados, sin piscinas cubiertas, plaza de toros, fuentes, rotondas y telepropaganda no sabe. No le salen las cuentas, no vale la pena. Las penurias no son para D. Emilio.

El alcalde Poveda, que aún no entiende cómo se ha evaporado su fantasía de un Monóvar de sesenta mil habitantes, se encuentra agarrotado, superado por  una realidad canalla que le ha impedido ser el alcalde de la grandé monovera, el alcalde del renacimiento local. Se ha quedado en un alcalde mediocre incapaz de sortear una crisis. Zapatero bis.

No solo les han cortado el gas, se han deshinchado.  Cuando ha llegado el momento de gobernar han echado el culo patrás preguntándose por qué les ha tocado a ellos, a los elegidos, a los llamados a trasformar la ciudad y convertirla en… ¿en qué?, nunca lo explicaron. Se acabó la fiesta, las copas están sin pagar y no hay un duro, ¿ahora qué? Meses atrás el Ayuntamiento cayó en manos de prestamistas. Cientos de miles de euros con el pago de unos  intereses  griegos por adelantado y un favor que ahora se quieren cobrar: la subida del recibo del agua en un 40% según Orgilés. La ciudad no da para tanto juego infantil. Y los presupuestos –pecata minuta, deben de pensar- sin aprobar.  Para emigrar.

Una posibilidad: Orgilés rompe con su sosias Poveda, le da el poder a Picó y si te he visto no me acuerdo. Sale, Orgilés, por la Puerta del Príncipe y se sacude el albero de un pueblo boquiabierto por las travesuras de sus próceres de `cartón piedra´. Pallorar, oiga, pallorar.

Plinio

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