7 ene 2013

Los políticos no son como las lavadoras



Pensaba que era una leyenda urbana, pero no. Existe. La  obsolescencia programada se maquinó hace ochenta años y tiene forma de malvada conspiración

¿Malvada? Lo perverso no es el concepto en si mismo, sino el campo donde se aplique. Cuando unos desalmados se reúnen para limitar la vida de nuestros ordenadores, es una inmoralidad y una estafa. Pero pensemos en otras aplicaciones de la obsolescencia programada: el límite de  dos mandatos presidenciales en los USA. De los Estados Unidos hemos importado el habito de fumar como carreteros y luego la persecución inquisitorial a los fumadores, pero no hay cojones de copiar el límite temporal para gobernar. Aquí todos se creen reyezuelos merecedores de acompasados aplausos y fervorosas aclamaciones. La aclamación, esa tiranía de las emociones, esa anulación de la razón y de la libertad individual. ¡Ay de aquellos que no aplaudan y vitoreen al líder!

La obsolescencia programada puede ser una putada o una bendición según se aplique a la lavadora o al político adherido al cargo. ¡Aire, aire!

Con retraso y no por ello con menos intensidad, les deseo toda la suerte del mundo para el 2013.

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