3 may 2010

Los 6000 de Madrid


Parece que no han pasado de seis mil los manifestantes del uno de mayo en la concentración estrella, en la de Madrid, donde estaban los lideres nacionales de UGT y CC OO y las cámaras de todos los medios de comunicación. Número, 6.000, engañoso. Restemos el personal de la organización y de la prensa y nos quedan los empleados de los sindicatos, y no todos.  Si el número de seis mil es cierto, y debe de serlo porque los sindicatos los han elevado sólo a sesenta mil, hay que concluir que, de hecho, no ha ido nadie.

Y eso es malo, es un síntoma de que algo no funciona bien. Unos sindicatos sin capacidad de convocatoria con cerca de cinco millones de parados y con sus arcas llenas por las subvenciones...algo no encaja, salvo que llamemos las cosas por su nombre y aceptemos que lo que hay en las arcas sindicales es el precio del silencio. `Paz social´ le llamaban a esto. Y todo, ¿para qué?. Tal vez es que algo ha cambiado.

Hasta el siglo pasado, los sindicatos -llamados de clase cuando quieren decir de partido- eran considerados como un grupo de presión ideologizado en apoyo a los propios y ataque de los adversarios, calmaban el descontento social o crispaban a las masas según la estrategia política. Así funcionaban, y era una labor importante e imprescindible; unos sindicatos potentes garantizaban el control de la calle. Hoy, cuando las concentraciones realmente espontaneas se convocan por internet, los sindicatos están descolocados. No saben dónde está su terreno. Al parecer, no está en la calle.

Los sindicatos, poco a poco, van plegando velas y asumiendo una función que sí es importante para los trabajadores: el de asesoramiento. Cada vez más, los sindicatos se repliegan en las oficinas y asesoran a los trabajadores sobre sus derechos y velan por los intereses de sus `clientes´. Eso sí se entiende, o sí lo entiendo. Entiendo que su utilidad camina por la evolución hacia una megaasociación de asesoramiento y defensa de los trabajadores-clientes. Desde ese punto de vista podrían intentar justificar el río de dinero que corre desde el bolsillos de los contribuyentes hasta las cuentas de los sindicatos.

Otra cosa, es pasado.

PD.- ¿Por qué esa obsesión de ondear banderas inconstitucionales en las manifestaciones?

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