16 sept 2011

El chalet del asistente



En Monóvar hay cientos de casas de campo, o de casas en los campos, con irregularidades desde los cimientos. La del asistente Tendero no es una más, es la casa de un veterano popular que ha dejado una concejalía para continuar en los pasillos del Ayuntamiento protegido por el alcalde. Tendero no se ha equivocado realizando una reformita, no ha hecho lo que fan tots. El PSOE lo denunció, le avisó, y él siguió. Prepotencia, posiblemente. O soberbia. Aunque lo más probable es que sea un mal cálculo de los límites de la impunidad. No es un intocable; Elliot Ness sí lo era, y no porque la ley no le alcanzara sino por todo lo contrario, por no apartarse ni un milímetro de ella y convertir la norma y la moral en un blindaje frente a los envites de Al Capone. No hay color.

No se puede meter el “caso Isidro” en el mismo limbo de tolerancia que disfrutan cientos de viviendas irregulares. El problema de las casa de campo ilegales en Monóvar es histórico y ningún Ayuntamiento se ha atrevido a abordarlo, posiblemente por el temor de provocar situaciones injustas. Las soluciones, y doctores tiene la Iglesia para proponerlas, no son muchas: o amnistía, medida probablemente ilegal, o aplicación de la ley, o adaptación de la norma urbanística a la realidad histórica o permanecer en el limbo.  Supongo que habrá otras y más acertadas, pues que las propongan alguno de los asesores o de los técnicos o… ¡pues no hay gente para pensar! Que se pongan al tajo.

No sé cómo acabará el caso del asistente y su chalet, pero, como un Pablo descabalgado camino de Damasco, nuestros políticos habrán abierto los ojos sorprendidos de que no sólo disfrutan de prebendas sino que también sufren las servidumbres del poder. Una de esas servidumbres es la obligación de cumplir la norma más allá de lo humanamente exigible, como los héroes. Pero no son Elliot Ness.
PLINIO

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