Cuando un
político te dice “no es mi competencia”
-nunca dirá soy incompetente-, ya puedes
dar media vuelta y buscarte la vida porque lo que te está diciendo es “a mí qué
me cuentas”. Si eres de los
tozudos y le recuerdas que su competencia es facilitarle la vida al ciudadano,
lo más probable es que te responda que tu problema es “competencia de otro
departamento”. No te emociones, no te está indicando el camino a seguir para
resolver tu problema, mejor entiende que es inútil buscarte la vida porque no
la vas a encontrar. ¡Y no agobies, por dios!
La política, como la medicina, la abogacía, el comercio o la
agricultura, tiene su lenguaje propio,
su jerga gremial. Lo malo es que su
argot, el de los políticos, no es para uso interno entre profesionales sino
para utilizarlo como recovecos de huida. O para el disimulo. Miren si no el
invento de la “regularización fiscal”
para enmascarar una amnistía fiscal. Brillante. Y más: “desajuste presupuestario” para no reconocer que se han pasado tres
pueblos gastándose la pasta que no es de ellos; digan desbarajuste, es más
preciso. La peculiaridad de los
políticos respecto a otros profesionales es que les gusta lucir palmito y crear
confusión, por eso se ponen como un berraco cuando ven un micrófono o cualquier
otro altavoz que les sirva para propagar su perversión lingüística. O eso o
están muy limitaditos de vocabulario. Con todo, tienen su gracia, la verdad. En
Monóvar últimamente se ha puesto de moda la expresión “actuación”;
la dice el alcalde, la dice el concejal, la dice la radio y la dice la
oposición, aunque no digan nada más.
Bueno sí, añaden que no hay presupuesto para actuaciones; ojo, esto no quiere
decir que en fiestas de septiembre no contraten actuaciones, lo que significa
es que no hay un euro…`pacasiná´.
Matizo: pagados los sueldos no queda `paná´.
Salvo, claro, que nos sumerjamos en la “contabilidad creativa” moviendo un millón de euros de acá para
allá, lo que comúnmente se conoce como chanchullo.
No hablo con
políticos. Falta de ubicación, mea culpa. Pero me cuentan los que sí, que los
políticos se defienden de las acusaciones de “desajuste presupuestario”, “ausencia de actuaciones”
o “ingeniería contable” con un triste
moviendo de cabeza acompañado de un “es
lo que hay…”. En román paladino: a joderse tocan.
No importa,
la política más parda que excelsa sabe lo que tiene que hacer: “pedagogía”. Hagamos pedagogía –dicen-
de los valores del esfuerzo, la austeridad, la solidaridad y de los principios
que nosotros representamos. Lean propaganda pura y dura donde pone
pedagogía.
Y como Luis
Andrés me riñe cuando me paso de las cuatrocientas palabras (muchacho, que si
te enrollas no te lee ni una amante que tuvieras) lo dejo aquí, y excedido.
Pero ay,
viene al pelo y no me puedo resistir: acabo de leer un `tuit´ de un periodista
sector progre, transcribo parte: “plan integral para la reeducación de
terroristas…”. Sí, pone “reeducación
de terroristas”.
Perversión
del lenguaje, no. ¡Gargantas corruptas¡
PLINIO
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