La Constitución garantiza una vivienda digna. ¡Ahora qué!
Solución Marinaleda. De la página
oficial, marinaleda.com:
“¿Qué
podíamos hacer?”
Esto:
“Lo primero
era conseguir suelo. Así que primero expropiamos y luego municipalizamos miles
de metros en los alrededores de nuestro municipio. Una vez tuvimos suelo nos
pusimos a reivindicar ante el Gobierno Central y el Autonómico dinero para
hacer viviendas” (sic web)
Sánchez Gordillo, alcalde de su pueblo
desde hace más de treinta años, diputado autonómico, promotor de okuopaciones de fincas, dirigente del Colectivo de Unidad de los
Trabajadores-Bloque Andaluz de Izquierdas, del Sindicato Obrero del Campo y de
Izquierda Unida del que es Secretario de Vivienda y de Soberanía Alimentaria
(¡!)…ufff, ni la duquesa de Alba…, idea una solución para sus vecinos de
Marinaleda -pueblo de 2800 habitantes
que viven de una cooperativa conservera y del PER- que ha excitado a los
progres urbanitas.
La solución final: Después de ocupar las tierras y municipalizarlas -“ya
tenemos suelo”- se nombran autoconstructores (ayy…esa irrefrenable
querencia totalitaria de moldear el
lenguaje) a quienes se les regala materiales
conseguidos de la Junta y de las obras del PER. También se les ceden gratuitamente albañiles y
arquitectos. Finalmente, el autoconstructor
se reúne en asamblea para decidir colectivamente (¡guau!) el precio de la
vivienda. 15€/mes. Ah, lo olvidaba: este guateque disfrazado de gratis total lo pagamos entre todos los españoles.
Eso, una utopía
macerada con subvenciones y okupaciones
de tierras que han convertido a Marinaleda en un pueblo temático del frikismo revolucionario y subvencionado. Puro folclore. Y todo esto a
cien kilómetros de la capital de los EREs fraudulentos. ¡Viva la revolusión!
PD-1.- Por dar una pista: en la fachada
de un edificio municipal han colocado una gigantesca imagen del ídolo caído Che Guevara, una leyenda de la
revolución que el conocimiento de la historia ha desmontado. Otra leyenda agraria. Como la utopía
subvencionada de Marinaleda.
PD-2.-Con todo, es una utopía de
pobres. La nuestra, la utopía de un
Monóvar Imperial, es de ricos. De ricos menguados que en último suspiro
quieren dejar placas con su nombre en cada rincón de la ciudad. Y no hay ni
para placas. Ahora nos pasan el plato para que aflojemos lo que no tenemos.
Lo que está hecho, hecho queda, nos repiten como una consigna de marqués
arruinado. Lo malo es que lo que está hecho, está sin pagar. Menos lobos.
PLINIO
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