El nacionalismo dispara estupideces o
balas
Del discurso de Vargas Llosa con ocasión del premio Nobel:
Ojalá que los nacionalismos, plaga incurable del
mundo moderno y también de España, no estropeen esta historia feliz
(En referencia
a “una de las mejores historias de los
tiempos modernos”: la transición española de la dictadura a la democracia)
Sigue el Nobel
peruano:
“Detesto toda
forma de nacionalismo, ideología –o, más bien, religión– provinciana, de corto
vuelo, excluyente, que recorta el horizonte intelectual y disimula en su seno
prejuicios étnicos y racistas, pues convierte en valor supremo, en privilegio
moral y ontológico, la circunstancia fortuita del lugar de nacimiento. Junto
con la religión, el nacionalismo ha sido la causa de las peores carnicerías de
la historia, como las de las dos guerras mundiales y la sangría actual del
Medio Oriente…”
Estos días he recordado las palabras de Vargas
Llosa en dos momentos.
El primero con ocasión de unas manifestaciones estúpidas
de un político nacionalista catalán
al asegurar no entender a los niños
andaluces o gallegos cuando hablan en castellano con acento de su región. Y
de la misma hornada y catadura, la afirmación de otro nacionalista catalán
acusando a los andaluces de vivir a costa de ellos, de los laboriosos
catalanes. Nacionalistas, of course.
El otro momento es más doloroso. Son las balas.
He recordado la existencia de la “ideología
provinciana y de corto vuelo” cuando un grupo de turistas de pago han llegado a tierras vascas para declarar, entre
la comida y la siesta, que el terror organizado de los asesinos etarras es un
“conflicto político”, que los verdugos
de ETA son una “organización armada”
y que existe una guerra que ha de terminar en unas “conversaciones de paz
negociada”. Como si España fuese Somalia. O Irlanda. Por si alguien se distrae:
ETA es una organización terrorista de raíces
nacionalista.
También yo detesto toda clase de nacionalismo.
PLINIO
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