Aviso para navegantes: el QuinceEme no es una alternativa política; es un
buzón de sugerencias, una hoja de reclamaciones. Poco más. Entiendo que se vaya
con ilusión y tal, pero luego pasa lo que pasa: la gran decepción.
Muchas de las propuestas quinceemistas
son asumibles, deseables y exigibles. Pero no es obligatorio okupar la Puerta de Sol durante meses
para reivindicar las listas abiertas, el fin de la corrupción, la supresión del
Senado, de las Diputaciones, las Mancomunidades y demás mandangas que solo
sirven para colocar a los amigos; basta
con apostar por la decencia. En Monóvar, sin ir más lejos, incluso se
podría pedir la supresión del Ayuntamiento, ese agujero negro al que se le
pierde un millón de euros, coloca a los amigos y censura a los enemigos. La corrupción. Y no es necesario pertenecer al QuinceEme para oponerse a la corrupción;
liberales templados vomitamos cuando vemos cómo han pervertido el sistema frivolizando con la ley y con los
principios del buen gobierno. Perversión
no solo causada por el establimet
político; los quincemeros tampoco muestras mucho respeto por el invento
del imperio de la ley, de la separación de poderes, la democracia representativa o por el concepto
de la soberanía nacional. El Estado de derecho. Ellos, eso dicen, son lo que
`realmente´ representan al pueblo, de ahí que exijan “democracia real”, sin explicar de qué va la ocurrencia.
Pues que se presenten a las elecciones. Habrá sorpresas.
Mención aparte merece la derecha local. Nadie ha hecho tanto daño al pensamiento liberal
como el PP de Monóvar. Ellos solitos han consumado su degradación política despojándose
de ideas molestas para abrazar al poder puro y duro. El poder por el poder. Cargos por principios.
Más, quizá otro día.
Plinio.
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