25 mar 2010

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Una mañanita en Valencia

Hola, Rita.

He ido tu pueblo. Una maravilla. He estado, creo, en el Tribunal Superior de Justicia de la CV en busca de un sello. Pura burocracia. Y digo `creo´ porque, a pesar de leer el rótulo en el frontis del edificio, la policía no tenía claro qué era aquello.

Me explico:

Busco en internet la dirección del organismo al que tenía que dirigirme: Palacio de Justicia, ponía. Trazo una ruta desde interner y me marcho a Valencia. Me pierdo. Paro junto a unos municipales, policía local.

-Buenos días -me lanzo-, verán ustedes, me he perdido y necesito llegar al Palacio de Justicia, en concreto a la TSJ de la CV, es para unos tramites sin importancia (esto último era innecesario, pero, con la que está cayendo, no está de más quitarle importancia a la visita a los juzgados). Miren -digo con intención de ayudar- yo he trazado una ruta con internet.

 Los municipales, extraordinariamente atentos y cordiales, se ponen manos a la obra: analizan mi ruta y deliberan:
-¿Esto no lo han cambiado de sitio? -pregunta uno
-No, yo creo que han cambiado (sin duda se referían a trasladar) algo parecido, pero esto...espera. Un segundo caballero -iba por mi- ¡Atención central!, ¡atención central!. Tenemos un ciudadano que quiere ir al TSJ o al Palacio de Justicia, queremos saber si sigue en le mismo sitio.
-Es para un simple sello -interrumpo yo
-Vale, de acuerdo central -siguen los polis con sus pesquisas-, ¿me podéis dar la dirección?.Ok.
-Bien, caballero, creo que lo tenemos. Ahora mismo mi compañero lo localiza en el callejero.

Abre el librito y yo pongo mi hoja de ruta para confrontar información. Pregunto:

-¿Mi datos valen?. 

Se miran, asienten entre ellos y sentencian:

-Pueden valer.

Con cierto orgullo provinciano pregunto:

-¿Por donde empiezo? es que no sé dónde estoy.
-Fácil -me orientan- dé usted la vuelta y en la segunda rotonda gire a la izquierda. Está prohibido girar, pero no pasa nada, todo el mundo lo hace. Y siga su ruta.
-Pero si algún compañero de ustedes me ve...
-Hombre, no se ponga usted en lo peor, ya sería mala suerte.
-Gracias, agentes.

Y seguí mi ruta hasta que me volví a perder. Pregunté a un repartidor de el Corte Inglés que me puso la dirección en suerte; volví a preguntar a un taxista que señaló el horizonte "dos calles más allá, un edificio rojo, no tiene perdida". Y me perdí; no era mi día. Me sorprendí en una calle llena de terrazas, sin aceras y sin vehículos. Mi compañero, mudo durante toda la travesia, tuvo un presentimiento: "vamos mal". De frente venían una pareja de policías con un uniforme distinto al de los anteriores. "A lo hecho pecho, tú pon cara de pueblo". Y fui al encuentro de los policías.

-Perdonen -me adelanté- pero nos hemos perdido. Buscamos el Palacio de Justicia o el TSJ . Es que necesitamos un sello -repetí la coletilla por si acaso- Yo tengo el nombre de una calle, por si les ayuda.

-¿Eso son los juzgados? -le preguntó uno al otro- Es que me suena que no están donde estaban
-Yo creo que es otra cosa -dijo el otro.
-Mire -resolvió uno de ellos- lo mejor es que vayan hacia el centro. -Y me dijeron cómo

Desistí y decidí callejear hasta encontrar alguna indicación. Media hora después mi compañero volvió a hablar:

-Mira, ahí pone juzgados y eso es un parking.

Lo pillé al vuelo y me metí en el aparcamiento. Seguidamente revisamos los edificios de la zona que aparentaran cierto tronío y tuvieran banderas nacionales ondeando en sus fachadas. Luego nos apostamos en una cafetería estratégicamente situada, preguntamos y ¡bingo!.

El edificio, aparente y majestuoso de exteriores, era vetusto y desangelado en el interior. Un Guardia Civil estaba de puerta junto a un arco de madera de detectar metales situado en una esquina de la entrada. Nos señala una mesita de madera carcomida por los siglos y nos ordena que dejemos la cartera de mano, los móviles, los cinturones, las monedas y cualquier rastro de metal que provocara el pitido del arco de seguridad. Así lo hicimos, y cruzamos al otro lado sin problemas. "¿Y ahora?", le pregunto al civil señalando nuestros enseres. "Ahora lo recogen". Salimos, recuperamos nuestras pertenencias, incluida la bolsa de mano, y bordeamos el arco por el exterior para entrar a las dependencias judiciales.

Mi compañero habló por tercera vez: "anda que si llevamos una arma en el portafolios se van a enterar, ni lo han revisado ni lo han pasado por el arco". Es un bocazas.

Te cuento esto, Rita, para que la comprobada diligencia y cordialidad de los agentes de policía -dicho esto sin rintintín y completamente en serio- se complete con un mayor conocimiento de la ciudad, al menos de los organismos oficiales. Por los visitantes más que nada.

Mi compañero habló por última vez:

La hostia, si es que el guguel no se entera!, conque nos hubiera dicho que ésto está a espaldas del corteingles ya estaba localizado, porque estos tíos seguro que tienen indicaciones desde la entrada de Valencia.
-Y tanto, como que tienen que vender. No como otros.

Un cordial saludo y mi admiración por Valencia y por Doña Rita.

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