Una huelga con ambiciones se convoca en otoño, a la vuelta
del verano y una vez hemos cuadrado la vuelta al cole con las dos cañas agosteñas
en el chiringuito. Es lo suyo.
Fechas aparte, añado que la huelga confunde los motivos. O los enreda, que es peor. Me explico: la
huelga se inventa para tocarle las
narices al empresario en un legítimo conflicto de intereses, no para redactar y aprobar leyes. Para
eso ya está el Parlamento. Vamos, que los sindicatos, en esta huelga del 29
como en todas las huelgas generales, practican el intrusismo profesional sin sonrojarse ni un así. Y no. Cada uno en
su sitio, la ley en el de todos y la soberanía en el pueblo (1º-2 de la CE)
Y cada uno a su trabajo. El de redactar las leyes, la potestad legislativa, corresponde a las
Cortes, no a los sindicatos (66-2 de la CE). El trabajo de estos, de los
sindicatos, es…no sé, la CE no les asigna un cometido específico y más bien los
contempla como un `punto de encuentro´
de los trabajadores para organizarse y defender sus derechos. Derechos de los
trabajadores, no de los sindicatos, que, en el fondo, son un instrumento de los
trabajadores para la defensa de sus intereses.
Quien va a la huelga, concluyo, no son los sindicatos, son los trabajadores.
O así debe de ser. Aquí no, aquí los dirigentes sindicales, sin más
representación que la de su exiguo número de
afiliados, deciden paralizar el país y forzar al Parlamento a cambiar
las leyes. Es una huelga política contra
las Cortes Generales con la finalidad de invadir y ocupar las funciones
constitucionales del poder legislativo. Quieren hacer leyes, pero ay pena
penita, no es su trabajo.
El derecho a la huelga de los trabajadores está reconocido por la Constitución
(28.2) “para la defensa de sus intereses” y no para conservar la influencia de
un lobby sindical. Y menos para legislar. Influencia,
poder y subvenciones, esa es la pancarta que no mostrarán.
Este ritual tan nuestro, tan español, de hacerle
una huelga política al Presidente de turno es un capricho caro sobre el que los
sindicatos deben reflexionar. El problema radica en saber cómo encajar en el siglo XXI a unos sindicatos anacrónicos y con
maneras decimonónicas, cómo convencer a los sindicatos para que pongan su
calendario en fecha.
Plinio.
(En
otro orden de cosas:
Cuando no se alcanzan
las expectativas es una derrota.
Medios de
comunicación y partidos políticos se gastan una millonada preguntando a los
andaluces qué van a votar en sus autonómicas.
La mayoría absoluta apunta a Arenas como el próximo presidente andaluz. A esto unimos el convencimiento de que no hay
régimen que cien años dure (ojo, el régimen socialista de Andalucía va a
igualar al régimen de Franco), que la
corrupción le sale por las orejas a los actuales gobernantes y que Andalucía es
de las regiones más deprimidas de la UE,
¡y acualá, hay cambio! Esa es la lógica expectativa.
Y no. Arenas
gana, pero poco. Los inmovilistas suman mayoría. Es una derrota y vivan las caenas.
Salvando las
distancias, es el caso de Monóvar…perdón, de Poveda: Con todas las
circunstancias a su favor y es incapaz de ganar. En Andalucía hay obstáculos
que frenan el cambio y no es cosa ahora. En Monóvar, en el PP de Monóvar, el lastre es Poveda.
Plinio)
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