La Plaza de las Tendillas,
Córdoba, está presidida por el monumento al Gran Capitán, una figura ecuestre de D. Gonzalo Fernández de
Córdoba rodeada de una fuente inversa donde los chorros de agua brotan
del suelo a la manera de pequeños
gèisers. El famoso militar no solo destacó por sus batallas y sus
victorias, alcanzó la gloria al descubrir un peculiar método para cuadrar las cuentas que le exigía el rey Fernando
el Católico.
La Plaza de la Sala,
Monóvar, ha estado durante muchos años dominada por una farola, hasta que una remodelación financiada con el dinero que
debería haber servido para pagar deudas públicas a incautos particulares,
suprimió la luz de la farola y conectó el agua de la fuente. Otra fuente
inversa, de estilo cordobés venida a
menos, como si le faltase colacao. Una fuente chiquita, de bolsillo, que el
Ayuntamiento decidió ubicar justo a
las puertas de la sede del Pp de Poveda. Es el legado que, con dinero de los
contribuyentes, dejará Poveda a su partido, a los suyos.
A la plaza monovera le
falta, sin embargo, una estatua, un monumento que se erija como emblema
municipal.
¡Voto por Séneca! Este cordobés que no ha probado el flamenquín
y que piensa que el rabo de toro es sólo un trofeo taurino, confunde la
curiosidad con la conspiración política. En un escrito anterior manifesté mi
inquietud por un par de asuntos, a lo que el supuesto cordobés ha respondido con la manida frase del
“chocolate del loro” para, de paso, intentar alcanzar mi yugular. No lo ha
conseguido. Pero sí ha demostrado, con lo del “chocolate del loro”, que está
dispuesto a ignorar, o peor, a ocultar dispendios públicos para que le cuadren
las cuentas. Es nuestro Gran Capitán.
(Iba a contarles dos anécdotas, una mía y otra del General
Charles de Gaulle, que me han despertado una curiosidad telefónica. Otro día)
PLINIO (Provisional)
26 de julio de 2011. Monóvar
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