15 jun 2010

15-J

Quince de  Junio de 1977, primeras elecciones después de la muerte de Franco.



Había una oferta de doscientos partidos. Se produjeron fusiones, coaliciones, alianzas y pactos con la naturalidad de quien lo ha hecho toda la vida. Y no era así, salíamos de una dictadura y la mayoría de los protagonistas no habían vivido en democracia. Eran listos, aprendieron rápido y se aplicaron en la ejecución de un plan nacional que debía terminar en un régimen de libertades y tolerancia. Era la Transición. Era la responsabilidad de una generación que no quería volver la vista atrás y prefirió cogerse del brazo de sus adversarios para empezar la travesía democrática.

De madrugada se supo que había ganado la UCD de Adolfo Suárez, que el PSOE de Felipe González era la alternativa, que el PCE de Carrillo y la derecha de Fraga se limitaron a los nostálgicos. Y los nacionalistas, entonces llamados "minorías", se presentaron como los altavoces de algunas regiones. Estos, más o menos, eran los mimbres, y con ellos se construyó un sistema que ha sorteado al embestida de los militares golpistas, del terrorismo, de los nacionalismo más radicales y hasta la torpeza de un presidente que ha roto todo un hilo de buenos presidentes.

Han pasado treinta y tres años de aquella noche en la que Martín Villa -ministro de Gobernación- tuvo que usar las computadoras de telefónica porque el Ministerio no tenia infraestructura suficiente. Un tercio de siglo desde que La Pasionaria y Blas Piñar se cruzaran en los pasillos de las Cortes sin cruzarse la cara. Una vida en la que hemos pasado del blanco y negro al TDT. Hemos cruzado un siglo, un milenio y la mayoría de los españoles no han conocido a Franco.

Hoy es 15-J, un buen día para recordar que el futuro está delante. Por eso me joden las memeces de unos nostálgicos que piensan que el futuro está en el pasado, en un pasado fraccionado y sectario. 

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