Admirado Séneca, le agradezco la tregua aunque sea de una
guerra que desconozco. Para que
exista enfrentamiento, usted debería de saberlo, se requiere la presencia de enemigos con
hostiles intenciones y de ejércitos bien pertrechados. Y no es
el caso, mi querido amigo, que aquí el único sobradamente dotado es un
servidor y el Sr. Cortés, aunque él, bien es verdad, por razones bien
distintas. Permita, por cierto, que
muestre mi apoyo a D. Tomás, y decirle
que si en esta provincia del Imperio hubiera
justicia poética hoy sería, con cadenas y cartel, el escudo de la bandera de
los indignados.
Y en este punto y hora le respondo a su cuestión sobre
nuestra relación con el Imperio. No es buena, ya se lo adelanto. Y no porque no les guste nuestro rabo de
toro, nuestra paella, nuestro tinto de verano, nuestros cantos o nuestros
bailes, que en cuanto pueden se vienen a la provincia hispana y dilapidan aquí
sus ahorros. No. El problema es que no
se fían de nosotros. Razón tienen; fíjese, si no, en el episodio de D. Tomás: va por libre a la Casa Consistorial y ni
puto –con perdón- caso. Sólo cuando pierde la libertad y se encadena a las
nuevas pirámides que los pequeños faraones se hacen construir para garantizarse
un pié de página en la historia local y se alía con los periódicos y los
altavoces sociales, solo entonces, digo, es cuando los delegados del Imperio
sueltan un ¡coño, Tomás, qué es lo que pasa,
échate un poco `payá´ que salga en la
foto! Lo que yo le diga, amigo Séneca, falta de seriedad y exceso de
ombliguismo en los delegados. Y eso, bien lo sabe usted Séneca, los alemanes no
lo perdonan.
Sí, el imperio hoy es
teutón y no latino ni gringo. Y ello, mientras los chinos consientan. Más
nos valdría, dudoso cordobés, que aprendiéramos mandarín y nos aficionáramos al
té. Rojo, bitte.
En cuanto al trajín de muertos, vivos, bollos y hoyos, le
advierto, amigo mío, que convertimos esta provincia llamada España en un campo
de guás o no habrá hoyo para tanto muerto. Y que no se alegren los vivos: los bollos
están contados y faltan.
Aun con todo, le repito las palabras de D. Winston
Churchill: “Soy optimista. No parece útil ser otra cosa”.
Afectuosamente,
PLINIO (Provisionalmente). 4 de agosto de 2011
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