4 ago 2011

El Imperio, Rojo, Bitte




Admirado Séneca, le agradezco la tregua aunque sea de una guerra que desconozco. Para que exista enfrentamiento, usted debería de saberlo,  se requiere la presencia de enemigos con hostiles intenciones y de ejércitos bien pertrechados.  Y no es el caso, mi querido amigo, que aquí el único sobradamente dotado es un servidor y el Sr. Cortés, aunque él, bien es verdad, por razones bien distintas.  Permita, por cierto, que muestre mi  apoyo a D. Tomás, y decirle que si en esta provincia del Imperio  hubiera justicia poética hoy sería, con cadenas y cartel, el escudo de la bandera de los indignados.

Y en este punto y hora le respondo a su cuestión sobre nuestra relación con el Imperio.  No es buena, ya se lo adelanto.  Y no porque no les guste nuestro rabo de toro, nuestra paella, nuestro tinto de verano, nuestros cantos o nuestros bailes, que en cuanto pueden se vienen a la provincia hispana y dilapidan aquí sus ahorros. No. El problema es que no se fían de nosotros. Razón tienen; fíjese, si no, en el episodio de D. Tomás: va por libre a la Casa Consistorial y ni puto –con perdón- caso. Sólo cuando pierde la libertad y se encadena a las nuevas pirámides que los pequeños faraones se hacen construir para garantizarse un pié de página en la historia local y se alía con los periódicos y los altavoces sociales, solo entonces, digo, es cuando los delegados del Imperio sueltan un ¡coño, Tomás, qué es lo que pasa, échate un poco `payá´  que salga en la foto! Lo que yo le diga, amigo Séneca, falta de seriedad y exceso de ombliguismo en los delegados. Y eso, bien lo sabe usted Séneca, los alemanes no lo perdonan.

Sí, el imperio hoy es teutón y no latino ni gringo. Y ello, mientras los chinos consientan. Más nos valdría, dudoso cordobés, que aprendiéramos mandarín y nos aficionáramos al té. Rojo, bitte.
En cuanto al trajín de muertos, vivos, bollos y hoyos, le advierto, amigo mío, que convertimos esta provincia llamada España en un campo de guás o no habrá hoyo para tanto muerto.  Y que no se alegren los vivos: los bollos están contados y faltan.

Aun con todo, le repito las palabras de D. Winston Churchill: “Soy optimista. No parece útil ser otra cosa”.

Afectuosamente, PLINIO (Provisionalmente). 4 de agosto de 2011

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