Un agosto cool
Hay agostos largos, inacabables. Este es uno. Comenzó en primavera, con la agonía de la legislatura. ¿Iniciar
proyectos, tomar decisiones pensando en el pueblo y olvidar que estamos en
campaña? ¡Quiá!
Y terminará, agosto, en otoño.
Después de:
1.-Las elecciones
2.-Averiguar quién gobierna
3.-“Tomar el pulso” al nuevo cargo
4.-Agosto-agosto en sentido estricto
5.-Fiestas patronales. La fiesta del pueblo repleta de concejales.
6.-Resaca de fiestas
7.- Superar con éxito la dura reentrada a unos despachos polvorientos.
8.- Volver a tomar el pulso
9.-Varios
10.-Varios
/… sigue…/
Un agosto anterior me encontré con unos comerciantes que, apurados, me
dijeron que les faltaban unas firmas para abrir un negocio. Lo malo -me
dijeron- es que en el Ayuntamiento ya nos han advertido que en agosto nada, y que luego las
fiestas, y que después el lento reinicio. Total, en otoño. Abrieron en octubre.
Antes del verano, en primavera avanzada, me encuentro a un
paisano: necesito unas autorizaciones
del Ayuntamiento para ampliar el negocio, pero ya me han dicho que hay que esperar a saber quién es el nuevo
concejal del ramo, y que luego ha de desatascar el atraso, y tomar el pulso…que
me olvide de la campaña de verano.
Ellos, los del otro mundo, los que se parten el alma apuntalando su
sueldo, se marchan a la playa cargados con el móvil…y se llaman entre ellos:
-¿El Postiguet o los Arenales?
-Mejor San Juan, es más cool.
Y va discurriendo lento, amable, melancólico, el agosto más largo jamás
vivido. Otro año.
PLINIO (provisionalmente)
Diez de agosto de 2011
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