Leo en este diario que el pasado 24 de agosto se ha
conmemorado el año 1932 de la muerte de Plinio
el Viejo, y no de viejo. El escritor y militar romano se desplomó y murió a
los 56 años en la playa de Estabia, a poco más de cuatro kilómetros de Pompeya,
intentando huir de las iras de Vesubio,
un volcán criminal que fulminó decenas de miles de romanos. Y todo por ser un
caballero. Plinio el Viejo y su gente se metieron en la ratonera vesubiana al intentar rescatar a una dama
amiga del militar de las zarpas del volcán asesino. El buen Plinio se merece la ciudadanía
española, por viejo caballero; y la noble condición de quijote por irresponsable, soñador y papanatas.
Más sustancia, creo yo, tiene su sobrino Plinio el Joven. No por hondura
intelectual o finura literaria, sino por ser testigo del crack vesubiano. Hoy
disfrutaría. El joven Plinio vio saltar por los aires a la ciudad de Pompeya, aunque hasta el petardazo
final mantuvo que ellos “no estaban en particular alarmados, ya que los
temblores eran frecuentes en Campania (en referencia a la comarca)”. El hombre parece mismamente que
estuviera hablando de éste nuestro
pueblo-ciudad: Estamos tan acostumbrados a las rarezas, léase legión de
asesores improductivos y generosamente retribuidos, o la obsesión de los políticos por defender
sus sueldos políticos olvidando a qué señor sirven (¡es al pueblo, imbécil!), o
el despliegue técnico y humano sin fin para ningún fin conocido, o los
megalómanos medios de comunicación que ya quisiera para si la Casa Blanca…tan
acostumbrados estamos digo, que creemos
que esto no va a explotar y que, solos o en compañía y con disimulo, se lo van
a llevar crudo.
El Vesubio entró en erupción…
Plinio
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