21 jul 2012

La última colleja al alcalde Poveda

Desde que Poveda se dejó mecer por las minorias, desde siempre, deambula por su despacho de alcalde sin iniciativa ni criterio. Le ha gobernado Orgilés, Ginés y ahora Picó. Solo reacciona a golpe de colleja. La última es la paralización de la subida de impuestos y una rebaja de los salarios que si bien se ha formalizado con un decreto de alcaldía, lo ha firmado presionado por el PSOE después de lanzar a sus portavoces a defender su -y sus- salarios "con uñas y dientes". Ahora, la tropa que defendió con entusiasmo los salarios, se queda con el culo al aire.



La situación del Ayuntamiento es la que es: mala, como la del país entero. Buscar culpables y enzarzarse en un "y tú más" no soluciona nada. Lo empeora. El sentido común aconseja dos cosas elementales: reconocer que estamos en bancarrota, y arrimar todos el hombro. El reconocimiento de la quiebra económica se produce por la vía de los hechos cuando el Ayuntamiento deja de pagar a sus proveedores y se acoge al plan de pagos del Gobierno central. Esto ha sido fácil, bastó una colleja de la cruda realidad para que Poveda se diera cuenta de que no hay un euro. Lo complicado es conseguir  que todos trabajen con el único interés de aguantar el tirón con el menor daño posible para los ciudadanos y ganarse la comprensión de unos vecinos que estamos algo más que rebotados. Aquí es donde no encaja Poveda.

Salvador Poveda le puede hacer un último servicio a su pueblo marchándose a casa. El alcalde, por imperativo de la ley electoral, ha de ser un cabeza de lista o, en caso de dimisión, quien le siga. Picó o Desirée (Orgilés o Ginés). Solucionen el pequeño detalle del quién es el alcalde y pónganse manos a la obra antes de que el pueblo se venga a abajo.

Y usted, Sr. Poveda, háganos un favor y olvídese de "salvar al Ayuntamiento".

Plinio.

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