26 abr 2010

una piscina para la eternidad


 Ellos lo saben, los timoneles lo saben. Y los remeros también.

    Un remero medio decente me lo cuenta delante de un Chivas (bajando de este nivel -se justifica-, el wisky me produce ardor).:

    -En política, Búho, lo que importa no es lo que se hace día a día. Lo trascendente, lo que se graba en la memoria colectiva, es lo que dejas hecho. Es lo que se ve cuando paseas. 
    -Lo que dejas hecho...
    -Claro, es la prueba de vida de un político. A ver, ¿Tú sabes, Búho, cómo gobernaban los faraones egipcios, sabes acaso cómo se compotaban con su pueblo?
    -Así, a bote pronto...
    -Pero sabes quiénes eran los faraones...
    -Claro, los que levantaron las pirámides.
    -¡Ahí lo tienes!. ¡Qué importa si fueron justo o injustos con su pueblo, qué más da lo que pensaran o en qué creían! Las pirámides, eso es lo que dejaron hecho y por eso se les recuerda.
    -¿Otro wiski, Equis?
    -Me paso al yintonic. Tengo la garganta seca.

    Equis es el apóstol que me han asignado para devolverme al redil. Yo me dejo querer. Me divierte ver cómo mi apóstol se convierte en mi `garganta profunda´

    -Y digo yo una cosa, amigo Equis, ¿cuales son vuestras pirámides?
    -Cosas modernas: piscinas cubiertas, campos de deporte, un plan general, las fuentes, la plaza de toros, las calles nuevas, los locales que inauguramos...muchas cosas, Búho.
    -La piscina no tiene agua, los nuevos deportivos han multiplicado su precio, las fuentes no dan de beber pero darían de comer a mucha gente con lo que habéis pagado...no sé amigo Equis, creo que han de pasar muchos años para que el pueblo se fije sólo en lo que dejais hecho y no en cómo lo habéis hecho.
    -El pueblo es de memoria frágil. Y el circo que va a empezar entretiene y anestesia. No entiendes de política, Búho, no entiendes. 
    -Y no sé si quiero entender....

    
    Por mi apóstol Equis he aprendido que los timoneles nunca caminan solos, nunca piensan solos, nunca trabajan solos; he aprendido que los timoneles no son nadie solos. Los timoneles necesitan que los arropen, que piensen con y por ellos, que les trabajen. Los timoneles necesitan ruido, remeros rendidos y halagos sin fin para sentirse útiles. Y sobretodo los timoneles nunca planifican más allá de las elecciones; salvo cuando sueñan con la eternidad, con su eternidad ligada a una fuente o a una piscina, aunque estén secas.

    Y qué fácil es eso en una pequeña ciudad de provincias preocupada en tener fresca la cerveza.


El Búho de la Sala. 

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