31 ene 2010

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Ponerle el cascabel al gato

En el pelotón de los torpes los hay con más pericia para ponerle el cascabel al gato.

Hace unos meses, Miguel Ángel Fernández  Ordoñez, Gobernador del Banco de España, lo advirtió: hay que reformar el sistema de pensiones. Se le echaron a la yugular. Una cascada de palabras tan gruesas y engoladas como vacías desautorizaron al Gobernador del Banco de España -¡un banquero!-. Hasta un oscuro funcionario vestido de líder sindical lo mandó a "su puta casa". ¿Sigue cobrando el lumbreras?. El Presidente, las vices, la mismisima Pajín (ay,...Pajín, Pajín, ¿cómo se pueden decir tan pocas cosas con tantas palabras?) lo pusieron de vuelta y media.

La edad de jubilación, 65 años, se fijó en 1919, cuando la esperanza de vida no llegaba a esa edad. Hoy, la media de vida, está por encima de los 80. Los viejos sindicatos y la vieja izquierda no se había enterado. Los burócratas no salen a la calle.

Que el sistema de pensiones necesita una reforma es de cajón, el problema está en saber quién le pone el cascabel al gato. Quién le dice a un país agotado, cuyo único sueño es acertar una primitiva, que lo que no se trabaja antes hay que trabajarlo después. Sangre, sudor y lágrimas, pero no hay Churchill que lo diga. No hay altura para pedir sacrificios sabiendo que eso implica la posibilidad de perder unas lecciones. Es demasiado para los burócratas.

(Otra teoría: con más de cuatro millones de parados y muchos más millones pendientes de conservar su trabajo, el asunto de trabajar dos años más no es prioritario. La sutileza del argumento lo deja fuera del alcance del Gobierno)

Con esto y aquello el día del examen es mañana y la lección sin estudiar. Queda el último recurso: las chuletas y encomendarse al santo patrón. Pues no. Es momento de pedirle altura de miras tanto al Gobierno como a la oposición.  Nada de politiqueos con el futuro de los españoles. Gobierno, pida ayuda; oposición, tienda la mano. Reflexionen, lleguen a conclusiones que todos los españoles sabemos: que se comienza a trabajar más tarde, que no es lo mismo trabajar en el andamio -a los 60 estás quemado- que desarrollar un trabajo intelectual -¡cuanta experiencia y sabiduría se ha desperdiciado por las jubilaciones a los 65 o antes!-, que se puede incentivar la dilatación de la vida laboral, que hay formulas inventadas o por inventar.

Hay que exigirle al gobierno y a la oposición que trabajen. Así de sencillo. Se supone que son los expertos, que cobran por eso y que tienen vocación. Y si no es así, que se larguen. Pero alguien le tiene que poner el cascabel al gato.

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