24 dic 2009

Peor que te pierdan el equipaje es que te tomen el pelo. Iberia sabe hacer bien las dos cosas.





Y se aplica en su talento. El vuelo no era complicado. Un vuelo nacional. Los lumbreras pierden las maletas desde Madrid hasta Alicante.


Lo peor vino después. Te dan un código de cinco letras y cinco números con la única finalidad de que lo memorices a fuerza de repetírselo unas mil veces a una maquina que tiene grabada un burla que empieza diciéndote que te van a grabar y que al finalizar la conversación te harán un par de preguntas para que evalúes la atención al cliente. Y eso es lo que más te irrita, que no consigues llegar al final para decirles lo que piensas. Puedes llamar tantas veces como te permita la paciencia -pagando- y siempre te encontrarás a los operadores ocupados. Nadie da la cara.

Otra opción: un sms. Vale, y qué. Ves salir el mensaje, tranquilizas tu conciencia pensando que has hecho todo lo posible y te tomas un poleo.
Otra opción: una página web donde se supone que puedes reclamar tus maletas. Pertenece a una empresa externa y es pararrayos de las iras de los damnificados de cualquier compañia. Entras y te dice que no te conoce. Lo vuelves a intentar y no te valida.
Si vuelves a llamar te vuelves a cabrear. ¿Qué coño haces?. Te tomas otro poleo, intentas dormir y al día siguiente, cuando compruebas que te siguen tomando el pelo, llamas a un taxi y te plantas en el aeropuerto. Los empleados de Iberia de carne y hueso te entiende, demuestran paciencia y, en general, profesionalidad, pero no te pueden dar más solución que un chute de paciencia en vena.
Como somos como somos, cuando aparecen la maletas le das gracias a dios. No por fe ciega sino porque no saber a quién agradecérselo. Nadie da la cara.

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